sábado, 14 de noviembre de 2009

ACEPTACION

Aceptación significa que puedes
encontrar en tu corazón la serenidad
que te libere del pasado
con sus errores y pesares,
te transporte hacia el futuro
con una perspectiva nueva,
y te haga apreciar la oportunidad
de una nueva vida.
Aceptación significa que cuando
haya momentos difíciles en tu vida,
sabrás hallar el amparo y el consuelo
para aliviar tus pesares.
Hallarás nuevas aspiraciones y esperanzas,
e indulgencia en tu corazón.
Aceptación no significa
perfección para siempre.
Solo significa que
te sobrepondrás a la imperfección.
Aceptación es la senda hacia la paz,
para liberarte de lo peor,
conservar lo mejor,
y hallar en tu alma la esperanza
que te acompañe toda la vida.
Aceptación es la mejor defensa del corazón,
el mayor bien del amor,
y la manera más fácil de seguir creyendo
en tí y en los demás.

Regina Hill.

domingo, 1 de noviembre de 2009

QUEDA PROHIBIDO

Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos,
sentirte sol@ alguna vez.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.

Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.

Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles solo cuando los necesitas,
no ver también que nosotros somos distintos

Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
no creer en Dios y hacer tu destino,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro.

Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte,
olvidar sus ojos, su risa, sus besos
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y apagarlo con su presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen mas que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
pensar que con su falta el mundo se termina.

Queda prohibido no crear tu historia,
dejar de dar las gracias a tu familia por tu vida,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.

Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.
De ALFREDO CUERVO

martes, 6 de octubre de 2009

El privilegio de dar.

Si no hubo frutos,

Valió la belleza de las flores.

Si no hubo flores,

Valió la sombra de las hojas.

Si no hubo hojas,

Valió la intención de la semilla.

Henfil - Henrique de Sousa Filho-

lunes, 5 de octubre de 2009

Desencuentro entre médicos y pacientes*

Días pasados, un médico amigo, clínico reconocido y prestigioso catedrático incorporado a la Organización Mundial de la Salud, me decía que, entre las enseñanzas básicas que imparte regularmente a sus alumnos, figura la de invitarlos a observar, cuando visitan su consultorio privado, el trato que su secretaria brinda a los pacientes que allí llegan o llaman por teléfono. "Es indispensable -añadía- que los futuros médicos no olviden el papel que cumple la calidad comunicativa. Si no hay encuentro entre dos seres humanos, no puede haber auténtica relación clínica."

La apreciación me pareció más que certera. La atención médica se ha ido convirtiendo en un procedimiento frío, expeditivo y desnaturalizado en el que se ignora que el contacto personal sigue siendo decisivo donde está en juego el sufrimiento. Acotados por la premura que exige asegurar la rentabilidad de cada minuto (pues las mutuales pagan a sus profesionales por el número de pacientes atendidos), escuchar al enfermo ha dejado de ser imprescindible e incluso ya hay quienes estiman que la relación con su cuerpo (palparlo, auscultarlo) ha pasado a ser un menester soslayable tanto como oírlo, dado que la técnica hoy suplanta con holgura los mejores afanes del contacto directo. ¿Pero se trata de una cuestión de pura eficacia instrumental o hay algo más en juego allí donde la palabra la tiene el padecimiento? El hecho es que la supervivencia profesional de los médicos se logra, cada vez con más frecuencia, a expensas de la comunicación que ellos deberían facilitar. Y ya se sabe que, en este orden como en tantos otros, las excepciones confirman la regla.

Es notoria la disonancia entre una ciencia como la medicina, día a día más eficiente, y quienes, ejerciéndola, toleran cada vez menos a sus semejantes, pues no saben ni les importa considerarlos como tales. Y ello induce a preguntarse si la formación universitaria que reciben no resulta también responsable por semejante pobreza educativa.

Hoy la desconfianza ya no recae, como ocurría en tiempos de Molière o Tolstoi, sobre la medicina en sí misma, sino sobre el médico como tal. El sentido común, asentado en una larga y frustrante experiencia, lo ve convertirse en un experto sin alma. La persona, entendida como una realidad integral, psíquica, social y física indivisible, prácticamente ha desaparecido de los consultorios. Las sociedades contemporáneas, inscriptas de lleno en la masificación, han sentenciado a muerte la subjetividad. A diferencia de lo que aún ocurre en el campo del psicoanálisis, donde tanto importa la singularidad de cada caso, en una medicina controlada por empresas que buscan, antes que nada, la rentabilidad, la subjetividad se convierte en un obstáculo y, en consecuencia, en algo disonante y hasta peligroso para los intereses del sistema. El paciente ha pasado a ser ante todo un cliente. Su significación dominante es económica y no personal.

La subestimación del sufrimiento resalta en esa intrascendencia del paciente como protagonista de cuanto le ocurre, en el silencio casi imperativo que al respecto le impone quien de él se ocupa. Acotado por un horario inflexible, puramente expeditivo, que no le hace lugar, su testimonio de afectado por aquello que le pasa no interesa. El trato que, en consecuencia, se le dispensa lo asimila más a un objeto que a un sujeto.

A la luz de todo esto, corresponde concluir que una medicina culta será mucho más que una medicina técnicamente eficaz. Necesitamos médicos cívicamente capacitados e intelectualmente más sanos, o sea mejor conformados para asumir el papel que les cabe ante ese prójimo que en ellos deposita sus expectativas. Mientras así no sea, abundarán esos paradójicos profesionales que no saben tratar con personas enfermas sino únicamente con enfermedades. Y si de un lado no hay más que enfermedades sin sujeto es porque, del otro, prepondera una concepción enajenada de la ciencia médica, del hombre y por lo tanto de la salud.

*Por Santiago Kovadloff publicado en
L a N a c i ó n el Domingo 20 de agosto de 2006 Agradecemos este aporte enviado por la Lic. Graciela Simón

lunes, 28 de septiembre de 2009

"Teoría de los buenos deseos "

Que no te falte tiempo

para comer con los amigos

partir el pan,

reconocerse en las miradas.

Deseo que la noche

se te transforme en música

y la mesa en un largo

sonido de campanas.

Que nada te desvíe,

que nada te disturbe

que siempre tengas algo

de hoy para mañana

y que lo sepas dar

para regar las plantas

para cortar la leña,

para encender el fuego,

para ganar la lucha,

para que tengas paz.

que es la grave tarea

que me he impuesto esta noche

hermano mío.

Hamlet Lima Quintana

lunes, 21 de septiembre de 2009

“Despójate del futuro”

El autor propone “cinco enseñanzas que son el corazón de la práctica budista cotidiana: estas verdades siempre son válidas y cualquiera, joven o viejo, puede entenderlas”.
Por Arnaud Maitland *
Amigos, un precioso cuerpo humano,/ por ser una ocasión única y la conjunción correcta,/ es muy difícil de hallar dentro de las seis formas de vida./ Tan encantado como un ciego/ que se topa accidentalmente con un tesoro escondido,/ usen este cuerpo para alcanzar prosperidad y bienaventuranza. (Longchempa, sabio budista del siglo XIV.)
¿Cómo podemos sacarle el máximo provecho a nuestra vida? Para un budista tibetano, la respuesta a esta pregunta siempre comienza contemplando nuestra enorme suerte por tener una existencia humana. Una imagen tradicional dice: “Tiene mayor probabilidad una tortuga de mar ciega de pasar su cabeza por el agujero de un yugo arrojado al océano, que nosotros de adquirir un cuerpo humano”. Entendiendo que la vida humana es un regalo precioso que debemos apreciar, un budista tradicional suele comenzar el día recitando un texto o una frase para invocar la apreciación del cuerpo, de la mente y de los sentidos, los medios de que disponemos para aprovechar al máximo nuestra vida.
Cinco verdades o enseñanzas dharma nos proveen la estructura que orienta hacia una vida plena de sentido. Estas verdades siempre son válidas, independientemente del tiempo y del espacio. En su simplicidad, cualquiera, joven o viejo, puede entenderlas. Estas cinco verdades centrales –apreciación, impermanencia, karma, inutilidad del sufrimiento innecesario y libertad– son el corazón de la práctica budista cotidiana.

Si no logramos integrar estas verdades de vida a las experiencias del día a día, sentimos una suerte de vacío. Algo indefinible nos está faltando. Nuestras metas permanecen inalcanzables, nos sentimos incomprendidos. Las frustraciones, las emociones, las lágrimas, las resistencias internas y la esperanza infundada de que algún día todo esto mejorará espontáneamente, todo ello es indicio de la falta de conocimiento.

Encarnando estas cinco verdades a través de la meditación y la ejercitación, podremos acceder a la profundidad que tanto anhelamos. Nuestra vida adquirirá dimensión espiritual. A medida que estas verdades formen parte de lo que pensamos, decimos y hacemos, viviremos más armoniosamente con las cosas como son, sin arrepentimiento ni tiempo malgastado. Si estas verdades están presentes en nuestra mente, estaremos preparados para cuando la muerte nos alcance. Ellas forman un marco referencial en el que la mente se despliega hacia su intrínseca perfección. En las páginas siguientes expondré mis propias reflexiones acerca de su importancia, y para ello me basaré en mis estudios y en mi experiencia a través de estos años, cuando me propuse comprender el significado de estas enseñanzas básicas, pero profundas.

Apreciación

El camino espiritual comienza al darnos cuenta de que nuestra vida y la de todos los seres sintientes tienen valor y merece respeto. Cada ser humano tiene cuerpo, mente y la energía vital para usarlos de manera provechosa. Se puede ser feliz y ser útil a los demás de muchas maneras diferentes. El poder apreciar estas oportunidades es la clave de una existencia plena de sentido.

Nuestro cerebro y los circuitos neuroquímicos prosperan en la apreciación. La investigación científica muestra que, así como la adquisición de nuevas destrezas estimula la producción de neuronas, generar sentimientos de apreciación también incrementa la cantidad de neuronas en el cerebro. La gratitud y la apreciación fortalecen el sistema inmunológico, además de otros sistemas en el organismo. Mejora la circulación y hace que la mirada adquiera brillo. Según las enseñanzas budistas, esta vivacidad y vitalidad son nuestro patrimonio.

Como toda actitud mental, de-sarrollar la apreciación es cuestión de costumbre. Cuando estamos entrampados en pautas negativas, parece que no hay nada que apreciar: toda nuestra energía parece centrarse en los problemas. El negativismo tiene su propia lógica apremiante. Sin embargo, aun cuando no nos sintamos particularmente agradecidos, podemos aprender a despertarnos a los aspectos positivos de cualquier experiencia del momento.

Así como adquirimos pautas negativas por la repetición constante de pensamientos y sentimientos negativos, podemos desarrollar la apreciación cultivando pensamientos y sentimientos de gratitud. Todo sentimiento de apreciación, hasta el más pequeño, estimula nuestra energía y nuestro entusiasmo, y nos impulsa a avanzar. Pronto la mente se acostumbra a la energía vital de los sentimientos y los pensamientos positivos, se pone en marcha una transformación interior y nuestra inteligencia y energía asumen nuevas formas.

Podemos comenzar apreciando todo lo que aprendimos y realizamos hasta este momento. Luego, podemos apreciar las posibilidades latentes en nuestras circunstancias actuales. ¿Cuánta más sabiduría y amor somos capaces de vivenciar antes de morir? En momentos de crisis, la apreciación puede ser un potente remedio. Podemos preguntarnos: “A pesar de todos mis problemas, ¿qué hay de bueno detrás de esta situación y en mi vida?”; “¿De qué cosas estoy seguro entre tanto cambio e incertidumbre?”. Plantearse estas preguntas genera apreciación.

Buscamos soluciones al preguntarnos cosas del tipo: “¿Cómo puedo mejorar esta situación?” y escuchando la respuesta. La gratitud por la orientación que recibimos nos ayuda a entender que ninguna condición es definitiva, ningún sufrimiento es desesperanzado. Cada situación nos brinda la oportunidad de abrirnos a un conocimiento más amplio. Al profundizar la apreciación, nacen el amor y la sabiduría.

Impermanencia

Entender la impermanencia enciende nuestra pasión por explorar aun más nuestro potencial. Se considera que el hombre vive en promedio unas cuatro mil semanas. Es como si viviéramos un tiempo prestado y un reloj de arena invisible midiera los días dejando caer los granitos. ¿Cuántos días nos quedan? Cada vez nos queda menos tiempo. Estamos seguros de que vamos a morir; lo que no sabemos es cuándo ni cómo. Nuestra respiración nos une a la vida. Un día, después de haber inhalado varias veces, exhalaremos por última vez y ése será el fin de esta vida. Toda vida tiene un plazo. Todo momento –sobre todo éste– cuenta.

La impermanencia quizá sea la principal característica de la existencia humana. En nuestra vida diaria, los buenos y los malos momentos vienen y van. Los niños crecen y los adultos envejecen. La vida se perpetúa en infinitos ciclos. Todo tiene un comienzo, un centro y un final, cada comienzo contiene su propio fin y cada fin encierra la promesa de un nuevo comienzo. Nada permanece tal como es ahora: el presente no vuelve. Parte del arte de vivir es poder comenzar bien cada momento, centrar la atención, soltarse gentilmente y, luego, despedirse dándole a cada instante sus propias cualidades.

Un día que no concluyó adecuadamente proyectará los elementos no procesados al día siguiente. Quizá sea algo que descuidamos o pasamos por alto, o un sentimiento que no hemos podido sentir; cualquiera sea su forma, los elementos del día no resueltos nos acompañan como un equipaje molesto. La frustración de hoy obedece a causas que ocurrieron en el pasado; si tampoco cuestionamos nuestro desengaño, éste se convierte en otro resto de experiencia antigua que va apilándose como basura en una esquina.

Si experimentamos la transición de un día al otro con conciencia, podemos ingresar en el futuro con una mente más liviana y abierta. Al finalizar el día o una fase, podemos pasar revista a todo: recuerdos intensos, logros, arrepentimiento y remordimiento. Aceptamos lo ocurrido y, luego, lo dejamos ir. Así, la transición al día siguiente es más fácil. Ya no cargamos con el peso de relaciones tirantes o penosos recuerdos de nuestras acciones desconsideradas. Nada pesa sobre nuestra conciencia; los pensamientos culposos o la pena de sí no nos consumen. Hasta la muerte se convierte en algo para celebrar, como un nacimiento, una vida valiosa que concluye y el comienzo de algo nuevo.

Impermanencia no es un simple concepto, sino una experiencia vital. Con la práctica, mente y corazón se familiarizan con la impermanencia, y nos movemos con el cambio en lugar de resistirlo. Hay un método para ser conscientes del paso del tiempo: se trata de focalizar la conciencia en el ciclo de la respiración, centrándonos en cada inspiración y exhalación de manera neutra. A medida que nos acoplamos al ritmo de la respiración, la cualidad siempre cambiante del tiempo se vuelve inseparable de la conciencia. La apreciación por el flujo constante del tiempo pasa a ser algo natural en nuestra vida cotidiana. Consustanciados con el flujo, nos sentimos cómodos con el cambio. La impermanencia ya no es más un obstáculo o una amenaza, sino la puerta hacia el cambio positivo.

Karma

En el budismo, la conexión causa-efecto se conoce como ley del karma. Todo lo que pensamos, decimos y hacemos –o dejamos de hacer– tiene sus consecuencias. Hasta el pensamiento más fugaz, la palabra más simple, el más pequeño gesto, todo tiene sus efectos. Nuestra conducta anterior nos ha conducido a las actuales circunstancias. La tensión corporal expresa la verdad del karma, así como nuestro cuerpo guarda el registro de nuestro pasado. Si nos falta alguna cualidad en nuestra vida es porque no la introdujimos previamente; sin una causa en particular no podemos esperar el resultado correspondiente. De la misma manera, nuestras acciones en el presente determinan nuestra felicidad futura. Aunque quisiera intentarlo, nadie puede arreglarnos la vida. La gracia no nos llega de afuera, sino de nuestro interior.

Es fácil confundir karma con destino. Y decimos “Oh, ése es mi karma”, mientras suspiramos con resignación. Esta respuesta tiende a eximirnos de nuestra responsabilidad, como si dijéramos “en realidad no es mi culpa”. La raíz de la palabra karma es “kr”, que significa “hacer”, “realizar” o “llevar a cabo”. Karma se refiere a acción o motivación, y también a resultado. Si la motivación de los pensamientos es impura, será imposible lograr un resultado plenamente positivo. Una intención negativa socava el valor del ser humano y causa sufrimiento innecesario a todos; no puede producir un resultado constructivo. Sólo una actitud positiva puede, eventualmente, generar un resultado positivo.

Dado que nuestra conducta tiende a ser una mezcla de intenciones positivas y negativas, puede resultar difícil distinguir los efectos de nuestros actos. Sin embargo, si aprendemos a seguir nuestras motivaciones en sus desvíos y logramos enderezarlas una y otra vez, con el tiempo obtendremos los resultados deseados. Los actos madurarán según cómo fueron realizados. Sus resultados revelan nuestra intención. Si las cualidades del cuidado y la atención focalizada son parte de un proyecto, seguramente se manifestarán en los resultados. Nuestro buen karma se multiplicará geométricamente en la medida en que otros se beneficien de nuestra obra y que los resultados perduren. Karma positivo significa sabiduría en acción.

Sufrimiento innecesario

En un sentido la mente es neutral, tan capaz de producir felicidad como dolor. No tiene preferencias por una expresión alegre sobre una enojada, o viceversa. No obstante, es cierto que la manera en que funciona la mente –a gran escala o limitada– determina nuestra forma de vida. Si la mente genera felicidad, nuestra experiencia será positiva; si, en cambio, funciona para generar sufrimiento, nuestra experiencia será negativa. Dado que la naturaleza de la mente es neutral, es posible reducir las causas del sufrimiento y fortalecer las de la felicidad.

Un trozo de tela mojado en aceite se empapará de aceite; de la misma manera, los seres humanos asumen las características del ambiente que los rodea. Algunos aprenden desde niños a desconfiar de sus propios sentimientos y pensamientos, lo cual desemboca en alienación respecto de sí mismos y de los demás. Una vez consolidada semejante pauta de desconfianza de sí mismo, ésta tiende a moldear todas las experiencias siguientes. A cualquier edad podemos buscar validación adhiriendo a las normas y valores de otras personas, tomando las expectativas del mundo que nos rodea como la vara que usaremos para medirnos. Al no reconocer nuestro propio valor, somos incapaces de reconocer y apreciar cualidades especiales en los demás.

Los atletas luchan para sobreponerse a pautas personales que socavan su performance proponiéndose aprender de los obstáculos y aprovechar al máximo su talento. También nosotros podemos proponernos abordar los obstáculos en nuestro camino como maestros, es decir, en tanto oportunidades para fortalecer nuestros recursos mentales y de energía. Seremos más sabios reconociendo nuestros errores y aprendiendo de ellos. Nuestras frustraciones, el desamparo y la resistencia a la vida pueden convertirse en importantes fuentes de conocimiento. Observando lo que se esconde detrás de estas experiencias, podemos aprender a descifrar sus mensajes ocultos. Entonces, los contratiempos ya no lograrán desviarnos de nuestro camino porque sabemos que son una fuente invalorable de autocomprensión.

El sufrimiento ocurre en el cuerpo y en la mente, por lo tanto debemos buscar las soluciones en ambas instancias. A través de la pena y el dolor, la vida nos informa de aspectos de nuestro ser que permanecen poco desarrollados. Aunque no siempre podamos descifrar el mensaje o seamos inconscientes de gran parte del conocimiento que yace velado en nuestro interior, aun así podemos reunir la confianza necesaria para profundizar, recordando que somos responsables de nuestras propias desilusiones. En lugar de buscar un culpable afuera, podemos optar por el camino más sensato, el de examinar las causas de nuestro sufrimiento y la dinámica que lo sostiene. Una base sólida de autoconocimiento puede reemplazar gradualmente la base inestable del yo que sufre sin saber por qué. Porque nos ayuda a descubrir las condiciones que conducen a la felicidad, el sufrimiento nos muestra el camino a la libertad.

Libertad

El budismo tibetano sugiere que existen cuatro puertas que conducen a la libertad. La primera puerta tiene un cartel que dice: “Olvida el pasado”. No te aferres a aquello que te ocurrió anteriormente porque podrías perderte todo lo que la vida tiene para ofrecerte. Considera el pasado como una ciudad que has dejado atrás y atraviesa la primera puerta sin arrepentimiento. El cartel en la segunda puerta dice: “Participa en todo lo que ocurre en este momento, no te retengas”. La llave que encaja en la cerradura de esta puerta es la participación plena. Cada vez que te entregues con el alma y el corazón se abrirá la segunda puerta. Cuando no estés obsesionado con el pasado y te halles totalmente inmerso en el presente –en tu trabajo y en tu amor por la vida y por otros seres– naturalmente llegas a la tercera puerta, cuyo cartel dice: “Abandona todo sentido del yo”. En lugar de detenerte en preocupaciones egoístas centrándote en todo lo bueno que pueden procurarte tus actos –como lograr fama y fortuna–, te centras en ser y en hacer con pasión: en experiencia y vida desligada del yo. Ahora, de la manera menos pensada, te hallas frente a la cuarta y última puerta: “Despójate de toda idea de futuro”. Cuando tu mente deje de divagar por el futuro, por aquello que serás o harás más adelante, te quedarás con el ahora, y la última puerta se abrirá de par en par. Sin pasado, totalmente comprometido, liberado del yo y sin expectativas, serás libre.

Nos han condicionado a creer que los seres humanos se encuentran imposibilitados de cambiar sustancialmente. Es el conocido “Yo soy así”. Si bien a veces nos sentimos contentos, libres y seguros de nosotros mismos, no tenemos control sobre esos estados de ánimo y no podemos sostenerlos. A la larga nos sentimos frustrados al comprobar nuestra impotencia y nuestra incapacidad para manejar nuestra vida. Si no trabajamos con esa frustración, podremos terminar en un camino sin salida, confiando nuestra sed de libertad interior a un diario íntimo, o encerrándola en algún rincón privado de nuestra mente.

Hay otra manera. Cuando logramos prestar atención a nuestras emociones negativas sin la compulsión de actuarlas, la conciencia se expande y descubrimos que somos libres de elegir la cualidad de nuestras actitudes y respuestas. La conducta compulsiva cede, y los pensamientos constructivos y los actos positivos surgen con mayor facilidad y naturalidad. Ya dejamos de correr detrás de aquello que nos hace felices o de evitar lo que nos ofende. Erigimos nuestro hogar en el espacio y en el poder de la mente abierta, antes que en los límites del yo mismo. La vida es lo que hacemos de ella, y el tiempo nos ofrece oportunidades de cambiar y crecer.

La reflexión sobre estas cinco verdades –apreciación, impermanencia, karma, sufrimiento innecesario y libertad– puede encender una transformación interior que ponga fin a la punzada de la impotencia. Nos damos cuenta de que no saber cómo darles un giro positivo a nuestras emociones también es conocimiento. Sabemos que no sabemos, todavía no tenemos el conocimiento que necesitamos. Pero las respuestas no se producen a través del intelecto. Las enseñanzas budistas ofrecen el insight así como también un camino de acción para fortalecer nuestra capacidad de conocer. A nosotros nos corresponde elegirlo, y esta libertad de elección es la libertad de ser.

En el budismo, todos somos estudiantes de por vida. El proceso de desarrollar la conciencia es como tallar un diamante: la paciencia y la pericia harán aparecer las cualidades más exquisitas de la piedra. El proceso de despertar la conciencia tiene múltiples facetas, que cobran sentido y belleza con tiempo y trabajo. A medida que empezamos a entender y encarnar las cinco verdades, esperanza y temor se convierten en certeza y confianza.

Los textos clásicos del budismo se refieren a este viaje como el Camino de los Héroes. El sobreponerse a las pautas personales y culturales requiere coraje heroico y resolución. Como reza un antiguo dicho tibetano, “deberá crecer un hueso en nuestro corazón”.

* Fragmento de Vivir sin arrepentimiento. La experiencia humana a la luz del budismo tibetano (ed. Norma).

viernes, 24 de julio de 2009

Estrategias positivas que ayudan a enfrentar un duelo

Qué respuestas aporta la espiritualidad

Despojada, con la sensación de haber sido robada, abrazando el vacío Así se
siente una persona que atraviesa el dolor de un duelo, según la psicóloga
Laura Yoffe, autora de un estudio que examina la ayuda de la religión y la
espiritualidad para afrontar la muerte de alguien próximo.

Su investigación, cuyas conclusiones preliminares fueron presentadas en el
Encuentro Latinoamericano de Psicología Positiva que días atrás organizó la
Universidad de Palermo, recoge el testimonio de representantes de diversos
credos y se suma a un estudio anterior, publicado en la revista Psicodebate
, que recorrió las emociones desatadas por la muerte de una persona cercana
y el trabajo psíquico del duelo.

La muerte casi siempre actúa como un terremoto, pero la vida sigue y no hay
más alternativa que descubrirle un nuevo sentido y reconstruir el mundo
quebrado. Más allá de las diferencias individuales, una muerte inaugura un
itinerario con fases evolutivas, según comparten los investigadores que
indagaron los procesos involucrados en un duelo.

El impacto inicial, que puede anestesiar o congelar interiormente, como
forma de negar o anular la realidad de la muerte, desemboca en una reacción
emocional de rabia y desesperación, que incluye la esperanza imaginaria del
regreso de la persona perdida.

"La búsqueda del ser querido se torna frustrante y crece la convicción de
que no podrá ser encontrado en la realidad externa, sino sólo en el interior
de uno mismo, en aquellas representaciones construidas en el vínculo que los
unía", comenta Yoffe.

Entonces, puede ayudar la pregunta "¿qué me dejó esta persona?" para
recuperar los valores positivos que dejó como herencia.

En palabras del sacerdote jesuita Ignacio Pérez del Viso, quienes han
sufrido una pérdida no deben centrarse en una actitud de resignación, sino
que deben retomar los valores positivos por los cuales la persona fallecida
luchó.

Como situación límite, la muerte siempre confronta con el misterio de la
condición humana, y no son pocas las personas que recurren a la religión y
la espiritualidad como medio de búsqueda de un sentido de trascendencia.

"Todas las religiones han elaborado respuestas para los momentos críticos de
la vida. Y existen rituales, prácticas individuales o colectivas -que, según
el credo, pueden consistir en una oración, una práctica de meditación, la
lectura de un texto considerado sagrado- que promueven estados afectivos de
esperanza, perdón, afianzamiento de la autoestima, paz, bienestar, amor y
compasión", comenta Yoffe.

"Las prácticas de meditación y contemplación sirven para disminuir el
sufrimiento y alcanzar estados de mayor calma mental, placer y felicidad",
según plantea el Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano.

La expresión de las emociones también ayuda a una progresiva disminución del
dolor; reprimirlas dificulta la reorganización emocional, así como el
permanecer rumiando el sufrimiento.

"Si una persona se queda sola en su casa, llorando deprimida, no se da la
oportunidad de superar el dolor. La melancolía no da salidas, no permite
abrir nuevas puertas, hacer cambios y construir nuevos proyectos personales.
Por eso es importante encarar una búsqueda activa de recursos que permitan
la sanación interior, en lugar de quedar atrapado en el dolor", alerta la
investigadora.

Y destaca el planteo del rabino Adrián Herbst, ex decano del Seminario
Rabínico Latinoamericano Marshall Meyer, quien propone acciones para
transformar el dolor en amor.

Encuentro latinoamericano de psicología


Por Tesy De Biase
Para La Nacion Ciencia/Salud

martes, 21 de julio de 2009

Burnout: el desgaste de la vocación

Conocé sobre esta enfermedad que ataca una zona muy particular: la identidad profesional. Además, consejos para llevar una vida laboral sana.

Por propiedades y funcionamientos análogos, el hombre siempre se ha referido a su propio cuerpo como una "máquina", en el que cada engranaje y tornillo tiene una razón de ser y actúa en nombre de un programa común. Vale preguntarse entonces qué ocurre cuando este complejo mecanismo se desgasta por su repetido uso (o mal uso) y sus piezas comienzan a fallar, queriendo ejecutar inútilmente una función que ya no pueden cumplir y que sólo logra recalentar la máquina hasta averiarla por completo.

Ya sea con fines didácticos o por un oscuro sentido del humor, psicólogos y médicos se valieron de esta metáfora para describir y dar nombre a una reciente enfermedad psico-física que se da en el seno de las sociedades modernas y que afecta la vida de los profesionales: el Burnout o síndrome de desgaste profesional.

La palabra Burnout significa quemarse hasta extinguirse, y ha sido pensada específicamente para referir la situación de trabajadores sociales, de la salud y de la educación: profesionales cuyo trato con personas que sufren enfermedades, padecimientos crónicos o violencia puede terminar por afectarlos psicológicamente.

El estadounidense Herbert Freudenberger fue quien, en 1974, describió por primera vez esta enfermedad de carácter clínico como "una sensación de fracaso y una experiencia agotadora que resulta de una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador." El psiquiatra basó sus estudios en la observación de la evolución que sufrían unos cuidadores voluntarios de personas con adicción a drogas. Del entusiasmo inicial, al desanimo y desinterés, el grupo de profesionales a cargo terminó por descuidar sus tareas.

El tener que ser testigo de padecimientos de distinto tipo, sumado al cumplimiento de la propia práctica profesional, genera en determinados trabajadores una patología que con frecuencia se asimila al estrés. Sin embargo, se diferencia de éste porque afecta a una zona muy particular: la identidad profesional.

El docente que juzga que su entrega a la docencia no tiene el éxito esperado, el personal de enfermería, que se ocupan de personas infectadas con HIV, los profesionales dedicados a la oncología y a los enfermos cardíacos: todos experimentan vivencias de sufrimiento y pérdidas permanentes y por ello son potenciales víctimas del burnout.

Guillermo Augusto Vilaseca, licenciado en psicología de la Universidad de la Buenos Aires (UBA) y orador del V Congreso Internacional de Estrés Traumático en nuestro país, considera de extrema importancia investigar esta patología porque cree que explica lo que ocurre hoy con los profesionales. "La clave está en estudiar qué pasa con sus ilusiones cuando se topan con las realidad, y cuál es la consecuencia de este defasaje; porqué, más allá de que todos inician desde su vocación con muchas ganas una tarea, al tiempo de andar en ella empiezan a sentirse, por lo menos, incómodos en la misma".

Este agotamiento espiritual, emocional y físico no solo repercute en la calidad de vida de los profesionales, sino que también ocasiona una declinación en su capacidad para realizar su tarea con alegría, lo que se expresa en un descenso de la calidad y cantidad del rendimiento de trabajo. "Cuando se habla del proceso Burnout, del quemarse, lo que se quema es la vocación. La identidad profesional es lo que se va deteriorando; y entonces, nos vamos encontrando con personas que se sienten cada vez menos eficaces, menos efectivas, con menos ganas y entusiasmo de desarrollar su actividad", agrega Vilaseca.

A medida que se va desarrollando la enfermedad, el descontento avanza y el trabajo comienza a carecer de sentido para el profesional. Los síntomas, que antes solo podían observarse en el plano psicológico, comienzan a hacerse visibles en el cuerpo. En esta fase es común sufrir fatiga permanente, insomnio, cefaleas, disminución del deseo sexual, gastritis, estado de tensión y otros.

El profesional comienza a atentar contra si mismo. Con frecuencia, muchos buscan ampararse en las drogas y en el alcohol. Por último, se produce el colapso emocional y físico final que obliga al trabajador a dejar el empleo.

¿Es imposible llevar una vida profesional sana que mantenga el nivel de entusiasmo del trabajador por su actividad y no perjudique su salud? Recientes investigaciones sobre el tema afirman que para prevenir el síndrome existe una serie de consejos que ayudan a mejorar la calidad de vida laboral además de prevenir el estrés en el trabajo:
 
- Fomentar los cambios de hábitos que lo perjudican

- Realizar ejercicios físicos y de relajación

- Administrar el tiempo de manera gratificante

- Evaluar sus fuerzas y debilidades de un modo realista

- Aprender a decir No

- Delegar algunas tareas

- No dejarse vencer por la frustración

- Cultivar actitudes positivas

- Mantener una vida social activa

- No faltar a los encuentros familiares o amistosos

- Aprender a conocerse a sí mismo

Por: Rosario Fernández Arias

 
Cortesia T u e s t i l o G a l i c i a

martes, 14 de julio de 2009

Burn Out

Psiquiatras, víctimas del estrés laboral

Más de la mitad experimenta síntomas del síndrome del quemado o burnout, como extenuación o desapego del paciente

El trabajo es salud. ¿Cuánto habrá de verdad y cuánto de mito en esta vieja frase?

Para buena parte de los psiquiatras, el desgaste que implica el ejercicio cotidiano de la profesión desmorona aquella aseveración.

Por Darío Palavecino Corresponsal en Mar del Plata de La Nación - Nota Publicada el Sábado 2 de mayo de 2009

Según estudios realizados en los últimos años, más de la mitad presenta extenuación emocional, desapego del paciente, insatisfacción y bajo rendimiento laboral, síntomas principales del llamado burnout o síndrome del quemado.

Pero en estos días que corren, con crisis económica y financiera internacional, servicios de salud en problemas y mayor demanda de consultas, los porcentajes ya se anticipan superiores en una nueva encuesta sobre el tema que se puso en marcha durante el desarrollo del XXV Congreso Argentino de Psiquiatría, que se realizó la semana pasada en el Sheraton Mar del Plata Hotel.

"No todos los problemas mentales tienen sus raíces allá lejos y hace tiempo", advierte la psiquiatra y psicóloga Elsa Wolfberg, especialista en burnout. Recuerda que la psicología postula que los padecimientos mentales nacen en los primeros años de la vida en función de los vínculos familiares.

"Por mejor tránsito de aquellos días de niñez y adolescencia, ciertas condiciones adversas o disfuncionales laborales generan nuevas patologías", dice a LA NACION, y ratifica: "El trabajo puede ser una fuente de enfermedad".

El psicólogo Herbert Freudenberger fue quien definió como burnout al desgaste o sobrecarga que enfrentaban sus colegas y psiquiatras. Wolfberg lo plantea como un cuadro de estrés crónico generado en el contacto frecuente con personas sufrientes o dependientes con consecuencias diversas para el profesional. "Ante ello, come más, fuma más o se medica más como modo de alivio", explicó.

La especialista, a cargo del capítulo de psiquiatría preventiva de la Asociación de Psiquiatría Argentina, resaltó la inquietud que existe por el malestar y la falta de condiciones de trabajo en el sector, semillas para que brote el burnout. "Tenemos colegas que se infartan o padecen cáncer en una media por encima de la población", dijo. También mencionó casos de invalidez. Y otros todavía peores. La Argentina no tiene estadísticas sobre el tema, pero destacó que, en Inglaterra, por ejemplo, los profesionales de la salud tienen una tasa de suicidio dos veces más alta que el común de la población. En el caso de las médicas es tres veces superior. Y dijo que esa tasa "es aún mayor entre los psiquiatras".

Un trabajo realizado mediante el portal Intramed y presentado en este congreso sostiene que sobre 6150 profesionales de la salud encuestados, el 36,3% tiene la percepción de "estar quemado" o alcanzado por burnout relacionado con el cansancio emocional.

Víctimas de la agresión

En las últimas décadas, según explica Wolfberg, se estudiaron los estresores laborales y se creó una psicopatología del trabajo. El consultorio suele ser un ámbito en el que el profesional es víctima de hostilidad, sobrecarga, devaluación o descalificación de su labor. Rescató una encuesta elaborada por Intramed entre 30.000 profesionales de la Salud de América latina que confirma que el 50% de los consultados sufrió agresión física o verbal por parte de sus pacientes o familiares de estos.

A esto se le suma el entorno laboral. La especialista plantea que muchas veces los psiquiatras atienden en los hospitales dónde y cómo se puede. "Me ha tocado en un pasillo y hasta en una morgue", dijo. Y confirma que, para cumplir con la tarea, el profesional debe crear una "campana virtual" para llevar adelante esa sesión. "Esto -dice- erosiona el bienestar del profesional."

Califica de "frustrantes" estas condiciones para el ejercicio de la medicina, a los que se suman problemas de empatía, disconformidad con ingresos económicos, presiones por la responsabilidad profesional y los riesgos de la mala praxis entre estas esquirlas que mellan al psiquiatra.

Los jóvenes se "gastan" más rápido que los experimentados, a los que se reconoce más "blindados", según la definición de Wolfberg.

Una investigación personal que encargó un servicio de salud del país le dejó resultados alarmantes. En uno de ellos, el 100% de los médicos padecía burnout.

Hay un atajo para eludir esta patología y parece que es la prevención. En la Capital Federal, por ejemplo, ya existe una ley contra el desgaste profesional. A la par, el ABC de las recomendaciones sugiere cuidado de la salud, espacios de diálogo grupales en el lugar del trabajo, reconocer padecimientos, espíritu de cooperación por encima del de competencia y dar reconocimiento a sus pares.

"Ejercer la profesión no tiene por qué dejar de ser algo placentero", insiste Wolfberg. Y vuelve a la carga contra aquella afirmación que parece tener más de mito que de verdad: "Sin condiciones -sentencia-, el trabajo no es salud".

miércoles, 24 de junio de 2009

Taller en el X Congreso de Estress Post Traumatico el viernes 26 de junio del 2009 a las 14.30 hs

Burn out del terapeuta/operador contemporáneo.


Coordinado por el Licenciado Guillermo Vilaseca

Modelo de desensibilización y procesamiento de las escenas de la vida cotidianas profesional que desgastan, fragilizan e impotentizan al operador a partir del trabajo con los personajes - estados del yo - disparados en dichas circunstancias vinculares.

En la tarea terapéutica, en el encuentro con el otro se actualizan para los operadores circunstancias personales que podrían perturbarlo.

El reconocimiento de los personajes nuestros de cada día en el encuentro con nuestros pacientes, tanto de aquellos que nos potencian como los que nos fragilizan, es la vía para afrontar el Burn Out en tanto instalación del "me siento impotente" en el operador.


Una propuesta que nos abra a la posibilidad de transitar:


Del dolor al amor.

De las configuraciones que cierran posibilidades a las perspectivas que las abren.

Del monólogo al diálogo.

De victima a co- protagonista.

Del aislamiento al encuentro.

Del resentimiento a la aceptación.

De lo persecutorio a la elaboración.

Del centramiento en las perdidas al procesamiento de las circunstancias de la vida.

De la escasez a la abundancia.

De la decepción a la esperanza.


Concepción:



Las vivencias perturbadoras que se nos hacen actuales en nuestro presente, aunque pertenezcan a momentos ya pasados, suelen estar registradas a diversos niveles: emocional, corporal, cognitivo y relacional; interfiriendo nuestras conductas actuales.

Las mismas suelen disparar roles poco operativos para nuestro desempeño en la vida.

La elaboración y procesamiento de dichas conductas pretéritas requiere un abordaje en un clima de seguridad psicológica , contención y confianza que permita abrir simultáneamente todos los candados de las diversas compuertas en que hemos confinado lo que se ha constituido en el dolor, la ofensa, y la vergüenza que dicha circunstancia conlleva para nosotros mismos.

Para ello necesitamos abordar las situaciones simultáneamente desde todos los niveles de inscripción logrando producir un efecto de elaboración y procesamiento holístico.



Público:


Este seminario/taller teórico-vivencial está especialmente dirigido a todos aquellos que consideren importante conservar el entusiasmo y la pasión en la vida cotidiana profesional.

  • Para afrontar situaciones que los sorprenden o desconciertan.
  • Si perciben sensaciones de contrariedad, inseguridad, pérdida de autoestima, mal humor, agresividad, aburrimiento, tristeza, culpa, angustia, intolerancia, cansancio, etcétera en la vida diaria profesional.


Objetivos específicos:


El seminario/taller está destinado a lograr que los participantes incorporen herramientas que les permitan:

  • Concebir cada obstáculo como una nueva oportunidad.
  • Retomar el contacto con sus deseos.
  • Experimentar la satisfacción de apostar a los proyectos propios.
  • Salir del aislamiento, incorporando a los otros como aliados.
  • Descubrir la propia potencialidad, tanto en el ámbito individual como en grupo.
  • Sostener y/o recuperar la alegría y la esperanza en las tareas cotidianas para, de esta manera, posicionarse como arquitectos de su futuro.


Contenidos:


Burn out. Características del desgaste y las circunstancias que lo catalizan.

Moobing
. Análisis de la problemática del maltrato en el ámbito del trabajo.

Resiliencia.
Conductas alternativas y herramientas para afrontar las situaciones de crisis y dar curso al cambio.

Ontologia del lenguaje
.Análisis del poder generativo del lenguaje.

EMDR.
Abordaje psicoterapéutico para el procesamiento y la elaboración desde la estimulación bilateral que integra lo corporal, lo emocional y lo racional.

Psicodrama
. Como abordaje grupal que integra las áreas de la conducta.

viernes, 8 de mayo de 2009

EMDR

Nuevos caminos de abordaje terapéutico. EMDR

Desde el origen de la humanidad, el hombre ha tratado de crear alternativas ante los conflictos derivados de experimentar situaciones traumáticas.

En mi formación como psicólogo me apasionaron las investigaciones de Jean Piaget, Pichon Riviere, Sigmund Freud y Jacob Levi Moreno, entre otros. Con ellos aprendi la aventura de sostener los interrogantes que genera la práctica clínica cotidiana y a reconocer los límites e imposibilidades de los tratamientos establecidos como válidos en una época.

Esta libertad de pensamiento y este interés por descubrir nuevas herramientas me llevó por diferentes caminos: tanto los que hacen foco en el aspecto verbal de la comunicación, como aquellos que se centran en lo corporal, lo emocional, lo cognitivo y lo relacional.Así he incursionado entre otras en las Técnicas Corporales, el Psicoanálisis, la Gestalt, el Psicodrama, la Psicología Social, la Teoría Sistémica, el Cognitivismo y en Movimientos Oculares de Desensibilización y Reprocesamiento - EMDR - .


EMDR es un instrumento que, desde mi perspectiva, articula diferentes conceptos brindándo una herramienta focalizadora y de abordaje breve para afrontar situaciones que en muchos casos llevaban a la medicación y a largos procesos.Su origen data de 1987 cuando la psicológa norteamericana Francine Shapiro noto que la estimulación simultánea de órganos bilaterales, como son los ojos, pies, manos, hombros, etc reducía la intensidad de la angustia producida por los pensamientos negativos e inició en 1989 una investigación con veteranos de guerra y con víctimas de abuso sexual.

La práctica sistemática de protocolos basados en su descubrimiento le permitieron corroborar que EMDR es una herramienta válida para el tratamiento del Trastorno por Stress Postraumático.

A partir de estos desarrollos me atrevo a considerar que cuando una persona pasa por una experiencia traumática, de cualquier calibre, a partir de la cual comienza a padecer dolor psíquico, pudiendo ser éste reconocido o no, el impacto por ese hecho traumático aparece en todas las áreas de su existencia: lo corporal, emocional, cognitivo y relacional.Para poder hacer un tránsito eficaz de procesamiento y desensibilización, posibilitar una reinserción en el aquí y ahora; mirar el mundo de posibilidades que es el futuro sin que el pasado actúe como cristal turbio velando el horizonte; considero que se hace necesario abordar el trabajo en forma simultánea en todas estas dimensiones.

Afrontar el impacto de un suceso traumático en un aspecto parcial fomenta la disociación, como tan claramente describía aquel chiste "me sigo orinando pero ahora no me importa".

La idea es tener en cuenta el impacto que cada hecho tiene para cada persona en todas las áreas: corporal, emocional, cognitiva y relacional.

Apoyarnos en la capacidad de procesamiento que tiene nuestro sistema cerebral cuando disponemos de su rendimiento pleno a partir de la activación de ambos . Los protocolos especiales de abordaje y tratamiento aportados por el EMDR son una guía para avanzar desde la escena del suceso vivido como origen del padecimiento sosteniendo la articulación en forma permanente de todas las áreas.

Esta metodología me ha permitido afrontar desde trastornos derivados de situaciones violentas: robos, asaltos, maltratos, abusos, despidos, hasta ataques de pánico, situaciones de impotencia, síntomas psicosomáticos, creencias invalidantes, miedos, fobias, así como la fatiga y el estrés generados en el desempeño de los roles profesionales y laborales.

Cotidianamente observamos cómo alguien queda paralizado ante la vista de un insecto, se angustia ante la posibilidad de hablar en público, no encuentra la forma de presentarse ante un pedido de trabajo, o corre el riesgo de ser atropellado por un auto por no cruzarse con un perro, quedando de esta forma inhabilitado para dar la respuesta adecuada a lo que realmente está sucediendo.

Independientemente de cómo se pueda catalogar cada experiencia, hay un monto de dolor que ésta en juego. Desde este abordaje subrayamos la importancia de ubicar la emoción en el cuerpo sosteniendo la conexión mente / cuerpo.

La estimulación de los mecanismos naturales inherentes a cada sujeto, guiado por el profesional tomando decisiones clínicas de intervención, pone en marcha el sistema de procesamiento de información del cerebro.

La reducción de la sintomatología y el cambio en las creencias invalidantes, derivan en una recuperación de la autoestima y facilitan encarar futuros caminos personales.La duración de los tratamientos varía de acuerdo a cada situación, pero se ha visto que algunos procesos que han llevado años y se encontraban estancados, logran dinamizarse de manera sorprendente.

Partiendo de que para este enfoque en el fondo de toda patología hay una situación traumática que le dio origen, el terapeuta trabaja en un primer momento sobre la identificación del incidente traumático.

Posteriormente utiliza un protocolo estructurado que ayuda al paciente a seleccionar los aspectos que le generan mayor monto de angustia. Durante la estimulación bilateral aparecen otras partes de la memoria traumática junto con otros recuerdos "olvidados".

El proceso es guiado por el profesional tomando decisiones clínicas de intervención que lleven al paciente a procesar la información que llega a su mente, logrando lo que la psicóloga norteamericana dio en llamar "resolución adaptativa" con la consiguiente reducción de la sintomatología, un cambio en sus creencias, derivando de este modo en un incremento en la autoestima que mejora sin duda su calidad de vida y facilita encarar proyectos de futuro recorriendo nuevos caminos personales, ya sin la pesada carga.

Lic. Guillermo Augusto Vilaseca